Columnas Ella en Obra

Obra gruesa y terminaciones finas:

“Género e Industria Masculinizadas”

¿Las mujeres realmente somos más detallistas o derivamos en ser buenas observadoras porque desde pequeñas se nos socializó con juegos más sedentarios? ¿Los hombres son naturalmente activos, fuertes, líderes o  desde pequeños les inhibieron la posibilidad de demostrar sutileza, dulzura o “debilidad”?

La epigenética es el estudio de la expresión genética sin haber mediado modificación del ADN, en simple, como el ambiente modifica la expresión de los genes (fenotipo) sin alterar la genética (genotipo).
Menciono este dato porque mi pregunta central es ¿hemos naturalizado los mandatos y narrativas culturales para construir un concepto de masculinidad y feminidad? ¿Acaso lo femenino y masculino es una construcción social “biologizada”?.

El diálogo entre biología y cultura es de larga data y el impacto de una en la }otra es impreciso aún, por lo mismo y obviamente, no seré yo quien zanje en esta columna los años de debates y reflexiones entre las distintas líneas teóricas. Mi pretensión es humilde,
quiero plantear más preguntas que respuestas. Me parece imprescindible permitirnos desarmar las certezas para ir hacia nuevos espacios de reflexión, que en consecuencia nos permitan accionar desde nuevas perspectivas.

El mundo de la construcción, como otras industrias “masculinizadas”, son un claro ejemplo de esta transformación de paradigmas, de este permitirse modificar lo que per se es regla, cuestionar sus estructuras y cambiar en consecuencia. De manera gradual y sostenida se ha venido dando la incorporación de las mujeres a estos espacios laborales, aunque este evento no ha estado exento de las mismas lógicas segregadoras que abundan en nuestra cultura. Es muy bien sabido que, en general, las labores asignadas a “lo femenino” han sido desvalorizadas, reflejándose en las diferencias salariales y en la valoración social de los trabajos. Es frecuente escuchar que en la
construcción las mujeres trabajan mejor en “tareas de detalle”, terminaciones, de asistencia administrativa y de limpieza. Hoy
sabemos que la construcción del área de neonatología del Hospital Marga Marga se ha levantado completamente por mujeres, pero aún abunda el discurso de que las mujeres son mejores en los trabajos livianos, de detalle o secundarios. Hoy sabemos que las capacidades se entrenan y desarrollan, que el cerebro tiene neuroplasticidad que permite el aprendizaje y que el sexo biológico no
es determinista de las habilidades.

Surgen nuevos escenarios y a su vez múltiples nuevos desafíos al respecto, por ejemplo: educación no sexista como base y políticas públicas que protejan la integración de las tareas de cuidados y trabajo doméstico con el mundo laboral. Debemos resguardar
que la incorporación laboral no termine siendo una explotación de triple tarea solapada en un estereotipo de “super mujer”. La industria, por su parte, tiene un desafío relevante en abrir los espacios laborales a las mujeres, facilitando culturas organizacionales
respetuosas, libres de violencias y desigualdades, dónde se normalice el reconocimiento de las plenas capacidades de las personas y se transformen los sesgos heredados del género.

Natalie Campos López
Psicóloga
Diplomada en Derechos Humanos,
políticas públicas y gestión. Diplomada
en Dramaterapia. Certificada en Neurodanza,
trauma y resiliencia.

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