Salario Emocional:
«¿Beneficio o costo?»
¿Cuántos de nosotros como trabajadores hemos vivido más de alguna vez la situación de estar enfermos, y esperar toda una semana para poder tomar una hora al médico un día sábado? o buscar en muchos lugares donde pueda haber una hora disponible que coincida en tu horario de colación?… Para que hablar de cuando se nos enferman los hijos, ese dolor de guata que genera el tener que pedir permiso para poder ir a buscarlo al jardín o tener que pedir trabajar desde la casa por no tener quién los pueda cuidar.
Pues bien, ahora consulto… ¿cómo podemos cuantificar eso?, ¿cómo le podemos poner un valor e incluirlo dentro de nuestra remuneración? Cuando muchas veces en las postulaciones de trabajo te piden “enviar pretensiones de renta” cómo puedes incluir esas consideraciones.
Hoy los tiempos han cambiado, la vida familiar es parte de nuestro trabajo, no por trabajar dejamos de ser mamás, papás, hermanos o sencillamente seres humanos propensos a situaciones que nos saquen de nuestra cotidianeidad, que requieran de un “sacrificio” para hacerles frente y eso tiene un alto valor, el no querer sentir esa mirada que te hace ser, dentro de tu trabajo una molestia.
Ese tipo de cosas también tienen un valor, el cual consideramos para mantenernos o cambiarnos de un trabajo, pero ¿hasta qué punto debemos considerarlo?… Es decir, cuando se tiene estos “beneficios” pero lo monetario dado los tiempos actuales constantemente pierde valor, hasta qué punto estamos dispuestas a sacrificar lo monetario respecto con el salario emocional.
Muchas veces por el sólo hecho de ser mujeres tenemos una brecha salarial respecto a los hombres, y de manera innata los deberes del cuidado de los hijos recaen mayormente en las mujeres (tema de apego), pero a su vez cada vez tenemos un mayor protagonismo en el mercado laboral (ya hace rato dejamos de ser las mujeres que se quedan en casa sólo con las labores de los hijos y el hogar) entonces, cómo encontrar ese punto de equilibrio de recibir lo que realmente vale nuestro trabajo y trabajar tranquilas, sentir que podemos tener el derecho de sufrir inconvenientes y no tener que sacrificar ese delta que, en estos tiempos de tanta incertidumbre en el ambiente económico de inflación que vivimos hoy, cada vez castiga más.
Continuemos con los ejemplos… Ese grato ambiente laborar que se genera en tu trabajo, esa buena onda que se respira y te alegra el día, ese jefe con el que te da gusto trabajar porque te impulsa y te valora, todo esto son ejemplos de salarios emocionales.
Espero que así como estamos evolucionando en lo laboral, donde ya no se busca pertenecer a una empresa eternamente sino mas bien pertenecer a un lugar en donde puedas lograr ese equilibrio en tu vida personal y laboral, donde lo que nos importa es el valor que profesionalmente se nos da, donde impulsar el crecimiento es igual de importante como tu sueldo a fin de mes, donde el respeto y valoración son pilares y no frases. En ese ambiente se normalice los inconvenientes que puedan surgir y no tengamos que sacrificar el valor que tiene nuestro trabajo remunerado compensándolo con el salario emocional.
Jeannette Valenzuela Riquelme
Ingeniera en Construcción
Implementadora de Sistemas de Calidad, Auditor Interno.